Cuando los niños se vuelven adolescentes.



Con frecuencia la relación que tenemos con nuestros hijos, genera problemas, fricciones, discusiones reclamos, y estos de vuelven más frecuentes mientras los hijos van llegando a la adolescencia, mientras transitan por este periodo de desarrollo tan importante en sus vidas. Tampoco será para siempre.  
Sin embargo la situación puede llegar a tornarse grave y afectar la estabilidad familiar y es aquí donde los padres debemos hacer gala de todos los recursos que tengamos a la mano y de la ayuda que podamos conseguir.

Sabemos la importancia que tiene la etapa de la adolescencia en los hijos sin embargo se habla muy poco de todo el significado y afectaciones de esta etapa del desarrollo de los hijos, en los padres. Esta etapa es fundamental para poder hacer un buen trabajo de crianza pues en muchos casos se quiere seguir tratando a los hijos adolescentes o incluso adultos como si se tratarán de niños y como es de esperarse los resultados no son buenos. Hay muchos ejemplos de los problemas que se pueden generar cuando los padres no crecen y cambian la forma de educar de sus hijos, cuando éstos llegan a la adolescencia.

La adolescencia de los hijos es una etapa sumamente difícil para los padres pues implica una preparación: los chicos perderán su infancia y los padres perderán a los hijos. Al llegar a esta etapa ese niño o niña que nos veía como super héroe y para quienes éramos lo más importante del mundo se transformará sus prioridades cambiarán y empezar a construir su propia identidad y escala de valores, que puede o no ser la misma que las de los padres. Esos cambios aterran a algunos padres que se dejan llevar por el miedo evitando cambiar su forma de tratar a los hijos, con la esperanza de que sus niños tampoco cambien.
La adolescencia es un período de transición entre la niñez y la edad adulta en el cual se deben ir dejando poco a poco los beneficios y restricciones propias de la niñez y se deben ir adquiriendo las libertades y responsabilidades propias de la edad adulta, imagina que tú, papá y/o mamá, eres un jarrón y tu hijo otro, imagina que dentro llevas un líquido que representa la responsabilidad sobre la vida de tu hijo, cuando es un niño ese jarrón está vacío pues esa responsabilidad está en ti, nadie más es responsable de que se alimente, se desarrolle,  estudie, aprenda valores, que esté limpio y sano, que cumpla con sus deberes, etcétera, sin embargo antes de que tu hijo llegue a la adolescencia debes ir vaciando ese líquido de responsabilidad poco a poco a tu hijo. Y justamente la adolescencia es este proceso hay padres y madres que quieren quedarse con parte de la responsabilidad, pues no creen que sus hijos puedan con ella. Esto es debido en casi todos los casos a una actitud sobreprotectora, muchas veces inconscientes de lo que causamos, la cual sólo hace a los hijos irresponsables y cuando se convierten en adultos no saben manejar esa responsabilidad y terminan cometiendo grandes errores.

Entonces el aprendizaje es saber ceder poco a poco los derechos y obligaciones a los hijos, mucho se habla de que los adolescentes quieren tener las libertades de un adulto pero con los beneficios de ser niños y esto es cierto, pero Igualmente es cierto, que algunos padres quieren que sus hijos tengan mayores responsabilidades pero sin ceder el control que tienen sobre ellos, es por eso que la clave está en ceder poco a poco responsabilidades y libertades de acuerdo a cómo los hijos vayan demostrando que son capaces de manejarlas.  
Todos en esta vida tenemos un camino a seguir cada quien con sus experiencias, metas y errores personales sin embargo, como padres, cuesta mucho trabajo comprender esto cuando se trata de los hijos, pues hay un miedo muy grande a que sufran, a que cometan errores o de que pierden el tiempo haciendo cosas que no los van a beneficiar, y ese miedo les hace creer que si los hijos estudian lo que los padres quieren, si su vida amorosa es como los padres consideran correcta, que si se alejan de ciertas amistades,  en fin que si los hijos viven de la forma que para los padres es correcto, será mejor, pero esto no es saludable, pues así como cualquier adulto, los hijos deben recorrer su camino, cometer sus errores, y sobre todo aprender de ellos.
Los  hijos no están para que los padres vivamos a través de ellos. Lo peor de todo es que los padres que quieren controlar en todo a sus hijos para que no cometan errores, ni siquiera logran su objetivo, pues entre más quieren obligar al chico o chica para que deje su camino y seguir el camino que para los padres es correcto, menos lo hará. Y es más probable que cometa errores mayores y peores.





                                           II

Hace años, en lo que hoy se conoce como “junta de Consejo Técnico” (que se realizaban, por cierto, después del horario de clases), en la Escuela Nuñez Fragoso, donde un servidor impartía la clase de Arte, recuerdo que se tocó el tema de dos hermanos, cuyo desempeño académico había bajado notoriamente en unos cuantos bimestres recientes, además de presentar ambos hermanos actitudes nocivas:
La hermana mayor de 17años, que “se había salido de su casa” se había pasado de la brillantez y dedicación de una chica de nueves y dieces a la opacidad y tristeza del anonimato, hasta convertirse en un ser huidizo y antisocial; y el hermano menor de 14 años, que había “embarazado a su novia” del mismo salón, hizo un cambio más radical, en unos días de convirtió en un chico agresivo con TODO lo que le rodeaba, obviamente ambos estaban reprobando sus materias, que fue donde comenzó a mencionarse el caso. Eran hijos de familia disfuncional,  ambos empezaron a salir con personas no autorizadas por su mamá, y el padre los veía cada vez menos, hasta llegar a una vez al mes, desde hacía un año. Sin embargo la colegiatura se cubría anualmente, lo cual dejaba a la escuela con la responsabilidad de atenderlos durante ese periodo. Académicamente no podían tener solución, pues las estrategias pedagógicas se habían agotado por parte de los maestros. Así que se turnó el caso, desde la dirección académica, al departamento de psicopedagogía, y después de un semestre de trabajo se conocieron las causas:
Para la mamá, su hija estaba saliendo con un chico que, era “vago y sin futuro”, por más que le decía que no le convenía solo lograba que su hija se encaprichara más en permanecer con este joven.
Mientras que a su hijo le decía que era solo un niño y no podía tener novia, hasta que fuera mayor.
Cuando se presentaron ambas situaciones, la mamá estalló en desesperación sin atinar qué hacer, ni saber cómo actuar. Y sí, debió ser una catástrofe.
Además de presentar un cuadro de sobreprotección severo dada su situación personal, de donde se desprendía la imposibilidad de entender que no está en sus manos decidir con quién deben o no salir sus hijos, especialmente porque eran unos chicos responsables, cuando menos en la escuela, y ya tenía 17 años la mayor, y 14, el hijo menor. Cuando la mamá comprendió que en lo referente a la vida sentimental de sus hijos su trabajo era sólo orientarlos y tratar de comprenderlos, dando su punto de vista respetuoso y con toda la autoridad de su puesto en la familia como mamá, dejando a un lado el querer controlar las acciones de los hijos para que no cometieran los mismos errores que ella o que su papá, cometieron. La situación de todos empezó a cambiar.
Afortunadamente el papá también contribuyo a remediar la situación, después de que inconscientemente se había alejado y “para que todo fuera mejor” y después de algunas semanas de trabajo psicológico, pudo darse cuenta de la imagen que de él tenían sus hijos se estaba desvaneciendo y logró reflejar en los chicos el cariño y respeto que necesitaban.

Durante los últimos años, muchos “profesionales” nos han hecho creer que para ser buen padre o madre debemos darle todo lo que nos pidan a los hijos: llevarlos a las mejores escuelas (públicas o privadas), conseguirles la mejor tecnología, la mejor ropa, asegurarnos de que saquen buenas calificaciones (aunque los padres deban hacerles los deberes), en pocas palabras nos han dicho que debemos solucionarle la vida los hijos y esto es un gran engaño, pues sí como padre actúas así, ¿cuándo van a aprender los hijos a solucionar sus propios problemas? Si hablamos de niños pequeños, claro que es responsabilidad de los padres, pero cuando ya son adolescentes no siempre debe ser así, hay chicos desde 16 hasta 20 años que no quieren estudiar ¡porque los padres no tienen dinero para pagar la carrera que ellos quieren!
No es sólo que los chicos tienen el descaro de echarle la culpa a sus padres, sobre algo que es su responsabilidad resolver sino que algunos padres se lo creen, y esto es porque no los dejaron ir poco a poco, deben ir pasando la responsabilidad de resolver los errores de los hijos a los propios hijos (y esto empieza años atrás, con la asignación de los deberes en casa), claro que podemos apoyarlos moralmente o con consejos incluso en ocasiones económicamente pero nunca resolviendo les la vida y mucho menos cuando ellos no valoran el apoyo que se les da, pues eso genera hijos zánganos. Si ellos quieren actuar bien y resolver sus problemas, perfecto ellos serán los que reciban los beneficios de sus actos y si no lo quieren hacer o no quieren esforzarse perfecto, ellos recibirán las consecuencias. Y a esto se le llama, madurar de la misma forma en la que debemos ir cediendo libertades y responsabilidades a los hijos debemos ir recuperando nuestras libertades y derechos como mujer en el caso de mamá o como hombre en caso de papá, como pareja, en fin, durante años tu vida estuvo en pausa porque el centro de tu mundo fue cuidar a los hijos pero llegando su adolescencia debes empezar a preocuparte más por ti. Lamentablemente son muchos los padres y madres que descuidan sus vidas personales por dedicarles todo su tiempo a los hijos y cuando llega la etapa en la que los hijos se deben desprender de los padres se aterran, pues sin sus hijos no les queda nada más. Por una parte porque inconscientemente vuelven a los hijos inútiles para que siempre necesiten ellos y por otro lado los padres siguen viviendo esclavos de sus hijos, sin retomar ese camino único que todos tenemos; sin duda ser padre o madre es una de las cosas más importantes en la vida de cualquier ser humano, pero no puede ser la única ya que los hijos se irán y si no tienes nada más en tu vida, te desmoronas, es a lo que se le llama síndromedel nido vacío.
En la adolescencia de tus hijos debes aprender a retomar tu vida poco a poco reencontrarte con tu pareja, tus amistades, tus aficiones en fin, contigo. Esto es tan importante que de hecho la gran mayoría de los padres con problemas relacionados con sus hijos adolescentes (o incluso adultos, que todavía viven en casa de los padres) generalmente presentan avances muy grandes cuando trabajan en reencontrarse pues, por una parte dejan de presionar a los hijos para que sean lo que ellos quieren que sean permitiéndoles madurar mejor y por otro lado, cuando los hijos ven en sus padres ese deseo de crecer, de ser mejores y de ser felices también genera en los adolescentes el deseo de luchar por ser feliz y alcanzar sus sueños.
Ahora dejo que te imagines que les pasa a los padres que todo el tiempo están estresados, infelices y preocupándose más por resolver la vida de los hijos que sus propias vidas.
En conclusión la adolescencia representa para nosotros como padres la oportunidad de permitir que los hijos maduren por sí mismos, así como de reencontrarnos con las partes importantes de la vida personal, que estaban a un lado temporalmente, por la importante tarea de educar a los hijos.

                                        Escuela de padres de adolescentes

Apoyarnos entre Padres, es el primer paso para impulsar a nuestros hijos.



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