Cuando perdemos la paciencia como padres 2.
II
Claro que se puede hablar con el hijo y explicarle todo con respeto, pues el mensaje que se le debe dar es que la vida puede ser muy dulce y maravillosa sí se esfuerza por comportarse de manera correcta, pero si nuestro hijo actúa mal gritando y pataleando lo más naturales que nosotros respondamos en el mismo tenor sin embargo la diferencia es que él es un niño y nosotros adultos ¿Quién crees que tiene más capacidad y responsabilidad de comunicarse con tranquilidad? Es importante que implementemos reglas y lineamientos justos y firmes pero no necesitamos hacerlo gritando, con rabia o como si estuvieras peleando con tu hijo, por el contrario si lo hacemos serena, seria y firmemente.
Pues cuando descubras que no requieres intimidar a tus hijos pues tu firmeza y tus acciones son suficientes para que él obedezca, ¡no perderás la paciencia!
Aunque la mayoría confunde la firmeza o ser estricto con pasársela grité y grité, en realidad es todo lo contrario pues quienes gritan e intimidan son únicamente quienes carecen de autoridad y capacidad de disciplinar, y por eso utilizan esos recursos autoritarios. Por otro lado, quiénes en verdad son firmes o estrictos, con unas palabras son capaces de transmitir esa autoridad pues dan y reciben respeto, por lo que desde ahora nos debe quedar claro: gritar intimidad y explotar no son para nada formas de generar disciplina por el contrario su formas de demostrar y aumentar nuestra falta de autoridad, tenemos entender el el circulo vicioso de la violencia, pues con él entenderemos porque muchos adultos actuamos agresivamente.
Todo empieza con un niño que se porta mal o que desobedece, el padre, la madre o la imagen de autoridad en turno, en lugar de verlo como una conducta que simplemente se debe modificar educando al niño con conductas alternativas, lo ve como una agresión hacia él o ella, lo ve como una falta de respeto, hacia su puesto de autoridad y actúa como cualquier persona que se siente agredida, claro, de manera inconsciente, así es como empieza a agredir, el enojo, es lo que hace que respondamos molestos, gritando o maltratando a los niños y que crees que el niño va a quedarse así nada más pues no, el niño también se sentirá agredido y ya sabes cómo responderá, lo cual empieza este círculo de agresión que sigue y sigue hasta destruir la relación padre e hijo por eso debemos entender que si nuestro hijo se porta mal no es para agredirnos no es una ofensa hacia nuestra persona, no es una agresión hacia tu autoridad, y aunque así lo fuera, si quieres romper este círculo vicioso debes aprender a ver las conductas de tu hijo de la forma más positiva y comprensiva.
Aunque repito esto no significa que dejes pasar esas conductas, por último pero para nada menos importante, debemos hablar de lo que pasa cuando un ser humano tiene un caos en su interior y pretende hacer un buen trabajo como padre, madre o autoridad, simplemente no tiene lógica no podemos esperar que si un árbol tiene plaga sus frutos resulten sanos, por eso eres un padre o madre que quieres lo mejor para tus hijos y tienes la capacidad de reconocer que tu vida no va tan bien como lo deseas, o tal como debería, no puedes dedicar todo tu tiempo a querer solucionar los problemas de tus hijos mientras por dentro llevas un desorden, por lo que es vital que como adulto te cuides y soluciones tus problemas, y si es necesario busques ayuda. Lamentablemente muchos de nosotros como padres y madres pasamos por alto esto sin darnos cuenta que nuestra familia es un sistema y si una parte del sistema anda mal las otras muy probablemente se contaminaran, igual pasará sí una parte anda muy bien, en especial cuando esa aparte son la cabeza del sistema es decir los padres en casa, los maestros en la escuela, en fin las autoridades de las cuales depende el sistema de convivencia en un momento determinado, esta perspectiva nos hace mucha falta para que padres y madres nos quitemos esa culpa, de querer ser los padres más bondadosos y sacrificados que en muchos lados nos venden como lo que se debe ser, pero que al llevarla a la práctica son más los problemas que causa que los que resuelve.
Apoyarnos entre Padres, es el primer paso para impulsar a nuestros hijos.
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